Estás vacío y sólo te queda el tiempo: que se estira, se espesa y todo lo llena.
Crece el silencio y crecen los días y las noches y crecen los domingos sin ti.
Ya no estás y ya no te espero. Te vi marchar, pero no te marchaste.
Tus besos sin mis labios, tu corazón sin mis latidos; tu vida sin mí.
Seguir y acordarme de olvidarte, de no pensar en nada. Ni en ti.
Y ya lo había conseguido y suena el teléfono, y tu nombre
En la pantalla y aquella foto que te saqué aquel día,
De nuevo el fuego y los nervios y la duda
Y descuelgo y me cuelgo del abismo del silencio,
Que tú rompes como me rompiste a mí
Y resulta que sí, que sigues aquí
Porque nunca te apagué del todo
Y porque nunca te olvidaré,
Entonces sí lo entiendo:
Nada queda ya,
Sin ti;
Nada.
©Jesús Ovidio Gómez Montes