Hiel y canela (v2.0)

8 Feb

Hiel y canela

 

ES RUTINARIO, HACE TODOS LOS DÍAS LO MISMO. Lo necesita. Hacer lo de siempre le permite evitar riesgos y tentaciones sin que nadie se alarme demasiado. Tiene un buen trabajo y una familia que le quiere. Él no desea preocupar ni a su mujer ni a su hija, no se lo merecen. Por eso se esconde siempre al hacerlo y no deja que le vean; así las protege. De lunes a viernes, cada día es lo mismo: visitas comerciales por las mañanas y, por las tardes, a la oficina, a gestionar el correo y organizar las citas de los días siguientes. Todo en orden. Está muy bien considerado, pareciera ser ese tipo de personas felices que no tienen problemas ni motivos para quejarse.

Ocho menos cinco de la mañana. Suena el despertador, lo apaga con cuidado para que ella no se despierte. Como cada noche, ella le abraza y se duerme. Y eso le gusta. Por la mañana, la besa en la frente y en la nariz, y la observa mientras duerme. Soldada a él. Después los cinco minutos de modorra se pasan y, antes de la de la alarma vuelva, la desconecta. Aparta con delicadeza su brazo y sale de la cama para ducharse. Se desnuda y se mira en el espejo. Se ve bien, aunque nunca es suficiente. Es una persona muy exigente y no puede bajar la guardia porque no quiere volver a ser el que fue: gordo. Su nuevo reflejo le seduce y le hipnotiza. Se ducha, y ya con el albornoz encima enciende el fuego y mientras se hace el café termina de vestirse y de arreglarse. Suena el pitido y huele a madrugada. Café con sacarina y dos zanahorias para matar el hambre de camino a la reunión; son sólo agua y cafeína y un poco de fibra. Eso se puede permitir.

Se despide de su hija y de su mujer. Aún es pronto, pero él siempre llega con mucho tiempo a la zona donde tiene la cita. Necesita cumplir con todos los pasos que su rutina le exige, no hay sitio para contratiempos de tráfico ni meteorológicos ni de nada. Además, si el cliente es nuevo y la zona no la conoce; tiene que espiar los restaurantes y sus baños. Se tomará un descafeinado con sacarina y luego una Coca-cola Light, y así hasta encontrar un restaurante con un baño limpio. Saber que va poder comer y que después va a tener un baño decente  es fundamental para él; sabe que va a acabar allí.

La mayoría de los negocios se cierran comiendo. Eso es así en este santo país, y por eso la empresa le da una tarjeta. Le gustan los negocios, los buenos negocios; la buena comida también le gusta. Tanto que cuando empieza a comer no puede contener el ansia y, entonces, traga sin medida, sin fin. Alguna vez le ha pasado en casa, de noche: se levanta, arrasa con lo que haya en la nevera y cuando se siente lleno de endorfinas, va al baño cargado de su culpa.

Hoy las cosas han ido bien: cliente antiguo, restaurante conocido y limpio, negocio apalabrado y un buen y calórico menú del que ya terminan con los postres. Pide la cuenta con la intención de despedirse, acordará cerrar los términos de la operación por correo y esperará a que salga por la puerta; entonces, entrará en el baño, hará una pequeña operación de higiene con el desinfectante que lleva en la cartera y se vaciará.

Ahora que el cliente se ha ido entra, por fin, en el servicio. Cierra la puerta y le suena el teléfono. No conoce el número, lo coge pensando en que lo va a apagar en cuanto cuelgue porque mientras esté en el baño no quiere interrupciones. Preguntan por él. Le dicen que han conseguido su número buscándolo en el  móvil de su mujer. Le piden que vaya al hospital lo más pronto que pueda porque ella y su niña han tenido un susto con el coche volviendo del colegio. Se sienta sobre la taza del váter aún sin desinfectar y llora.

La digestión sigue su ritmo, no se detiene con las lágrimas. Esta será la primera vez en dos años que no vomite una comida de trabajo. La primera de todas las demás.

Información sobre los derechos

 

 

https://www.safecreative.org/work/1502083207424

©Jesús Ovidio Gómez Montes

2 respuestas to “Hiel y canela (v2.0)”

  1. aguedamj 8 febrero, 2015 a 5:45 pm #

    muy curioso un personaje masculino en una enfermedad tan mayoritariamente femenina no por eso menos dramático, pero qué bien reflejada la necesidad de los ritos, el miedo al imprevisto….
    pero me encanta el final , para mi esta lleno de esperanza, y para ti ?
    con tu permiso lo voy a compartir también entre colegas

    • chusovi 8 febrero, 2015 a 6:28 pm #

      Claro, Águeda, permiso concedido!! Enfermedad dura, terrible, pero siempre hay esperanza, y siempre hay miel y canela.

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